Llegamos al final de este camino cuesta arriba, pero que hermoso que es el paisaje desde aquí.
En todo este trayecto aprendimos de muchos pedagogos, de nuestra tutora, de nuestros compañeros y de nosotros mismos. Entendimos que el proceso de evaluación nos acompaña a través de todo el proceso de enseñanza y aprendizaje.
Puede cumplir muchas funciones, pero la mejor que le podemos dar es su función formativa. De este modo podemos ir evaluando contenidos y procesos que se reflejan en productos finales integradores del aprendizaje. Para ello la evaluación debe ser coherente con los resultados del aprendizaje y las competencias que estamos esperando acompañados de estrategias de enseñanza adecuadas.
Nuestras reflexiones nos hicieron darnos cuenta en casi todos los docentes seguimos teniendo un enfoque conductista y que nuestras evaluaciones tradicionales carecen de sentido muchas veces.
Cuando evaluamos ahora comprendemos que no solo estamos certificando conocimientos sino que estamos acreditando que el estudiante conoce pero que también desarrolla habilidades que le van a servir para desarrollarse como profesionales también.
Una de facetas más importantes de la evaluación es permitirnos crecer durante el proceso de aprendizaje, ya que la retroalimentación nos permite saber qué estamos aprendiendo, cómo lo estamos haciendo y cuánto nos falta para llegar a la meta deseada.
Como dije antes es muy importante cuando vamos a evaluar, saber qué queremos evaluar. Es decir ser conscientes de dar un mensaje claro y establecer pautas consensuadas con los estudiantes de qué se espera de ellos en cuanto a la adquisición de conocimientos y a la adquisición de habilidades. En este sentido aprendimos a realizar rúbricas.
Estas rúbricas nos ayudaron a ordenar nuestras evaluaciones y a pensar con criterios que les estábamos preguntando a nuestros estudiantes para obtener los resultados deseados.
No sólo utilizamos las evaluaciones para certificar conocimientos sino que también aprendimos a jugar con ellas en la clase. Utilicé kahoot en clase y nos divertimos a la vez que aprendimos y reafirmamos los conocimientos que habíamos trabajado en clase.
Y por último, el final de nuestro camino nos despertó aún más y nos hizo caer a la realidad. Porqué enseñar contenidos vacíos si en realidad como profesional los vamos a tener que aplicar. Gracias a que conocimos cuán auténticas deberían ser nuestras evaluaciones comprendí que estas tienen que poner en juego los conocimientos, nos tienen que hacer reflexionar, llevarlos al contexto, permitirnos ser flexibles para tomar decisiones y resolver así problemas cotidianos.
Y qué mejor que poner en práctica lo que aprendimos sino es que desarrollando nuestras propias evaluaciones. Aquí les doy un ejemplo de una evaluación que resultaría auténtica para mis estudiantes. A través de ella pretendo que los estudiantes asimilen conocimientos pero que también los relaciones con situaciones cotidianas y mejor aún que comprendan su sentido para que los utilicen par resolver problemas de situaciones reales, y sobre todo que reflexionen sobre su proceso de aprendizaje.
Para sintetizar les puedo decir que, ha sido un camino agotar pero sumamente productivo. Conocí el verdadero sentido de la evaluación que pasó de ser un modo de catalogar a un modo de aprender. Es una herramienta muy útil y sobre todo cuando la podemos aplicar a través de las TIC. Esto atrae la atención de nuestros estudiantes y les resulta más amigable.
No me quedan mas que palabras de agradecimiento por esta posibilidad que nos brindan Educación a distancia e innovación educativa de la Universidad Nacional de Cuyo con Marina Chrabalowski y su excelente grupo de trabajo, para ayudarlo a ser mejores personas y profesionales.